Un apartado que debemos tener en cuenta al estudiar la obra de Juan Ramón es la interpretación personal que hace de la ortografía del castellano, desviada en muchos casos de la norma establecida por la Real Academia de la Lengua Española. Usa, por ejemplo, la grafía j para representar el fonema /g/ y escribe, por ejemplo, májico; en posición implosiva, no escribe p, b y n (setiembre, oscuro, trasparencia). Tampoco coloca la x ante consonante (esquisito); ni la s en el grupo sc (conciente). Y suprime la h en la interjección Oh.
Esta particular visión de las reglas ortográfica de nuestro idioma tiene que ver con su afán de innovar la propia lengua y con su idea de entender que se debe escribir como se habla.